El horario de verano termina este año el 3 de noviembre. Es habitual que la gente cambie sus relojes y sus horarios ese día, «retrocediendo» con el fin de aprovechar al máximo nuestro tiempo de luz diurna. Sin embargo, cuando se trata de la estructura del sueño de un niño, puede ser útil empezar el cambio cuanto antes.
El sueño es fundamental para todos los aspectos de nuestra salud. Contribuye especialmente a nuestro estado de ánimo y a nuestra capacidad de reaccionar ante las circunstancias. En los últimos 8 meses, el ritmo circadiano de nuestro cuerpo se ha ajustado a nuestro horario regular de sueño. Un ritmo circadiano es un proceso biológico e interno que regula nuestro ciclo del sueño. Cuando este ciclo se interrumpe, corremos un mayor riesgo de sufrir alteraciones del estado de ánimo. Aunque podemos superar esta interrupción tomándonos la primera semana para adaptarnos al cambio de hora, los niños pueden beneficiarse de un cambio de hora gradual, que puede ayudar a evitar comportamientos negativos debidos a la falta de sueño o a dormir demasiado.
Expertos sugieren que la mejor forma de que un niño evite los efectos negativos de la interrupción de su ritmo circadiano debido al horario de verano, es acostarlo y despertarlo cada vez más tarde antes del día del horario de verano. Esto puede ser diferente para cada niño, así que busca lo que funcione mejor para tu familia.
Por ejemplo, si la hora habitual de acostarse de mi hijo son las 8 de la tarde, deberías adelantar 15 minutos la hora de acostarse durante los dos días anteriores al horario de verano. El horario podría ser el siguiente
Miércoles – 8:00 Pm
Jueves-8:15 Pm
Viernes- 8:30 Pm
Sábado- 8:45 Pm
Domingo- 8:00 Pm
Este horario le ayudará a adaptarse con un impacto mínimo en su ciclo de sueño. Si tu hijo necesita más tiempo para adaptarse, también se sugiere que empiece antes durante la semana, retrasando su horario en incrementos de 10 o 15 minutos.
Si notas que el horario de verano ha alterado el sueño de tu hijo, y este método no te ha ayudado, o no tienes tiempo para prepararte, ¡aquí tienes otras sugerencias para que vuelva a dormir bien!
Esto ayudará a tu hijo a saber cuándo se acerca la hora de acostarse, haciéndole hacer cosas que forman parte de su rutina normal para irse a la cama. Cosas como el baño, lavarse los dientes o leer un libro son buenos ejemplos de ello. Evita hacer cosas nuevas o que les estimulen mientras intentas que se duerman.
Intenta mantener la habitación oscura utilizando cortinas opacas. Como nos estamos echando atrás, habrá más luz por la mañana temprano. Tener cortinas que bloqueen la luz ayudará a evitar que tu hijo se levante demasiado pronto y altere su horario de sueño. Además, si hay muchos ruidos y le cuesta dormirse, considera la posibilidad de comprar un aparato de sonido.
A lo largo del día puede ser una buena idea controlar las siestas de tu hijo antes y después del horario de verano. Procura que no duerma la siesta demasiado tarde o durante mucho tiempo cerca de la hora de acostarse. Esto podría llevarles a acostarse más tarde de su hora de dormir.
Aunque puede ser frustrante que se produzcan alteraciones en el horario de sueño de tu hijo, sólo deberían durar entre unos días y una semana. Intenta ser compasivo y comprensivo con tu hijo, ya que puede estar más malhumorado durante este tiempo.
Animar a tu hijo a moverse o planificar actividades que le ayuden a gastar energía contribuirá a que la hora de acostarse sea más llevadera. Normalmente deberían empezar a relajarse unas dos horas antes de acostarse.
Si pruebas todas estas opciones anteriores y tu hijo sigue teniendo problemas para dormir, consulta al pediatra cuáles deben ser los siguientes pasos.
Elijas lo que elijas para ayudar a tu hijo a adaptarse al horario de verano, es importante recordar que su sueño es un factor importante en su comportamiento. Evitar un cambio brusco en su horario de sueño ayudará a que su estado de ánimo y su reactividad se adapten mejor al cambio de hora.