Cierra los ojos… concéntrate en tu respiración… no intentes cambiarla, sólo concéntrate en ella. Ahora, quiero que te imagines tumbado en la suave hierba. Mientras descansas, te fijas en un árbol que hay a tu lado; este árbol tiene hojas grandes y hermosas. Además, fíjate en que hay un arroyo cerca; estás descansando cerca de la orilla. Cuando cualquier pensamiento entre en tu mente, imagina que es una hoja del árbol. Observa el viento y deja que la hoja del pensamiento sople desde el árbol hasta el arroyo y se aleje flotando. No juzgues tu pensamiento; simplemente deja que salga de tu mente tan rápido como entró. Continúa concentrándote en tu respiración… deja que los pensamientos vengan como lo hacen naturalmente, y deja que se alejen flotando como una hoja en la corriente. Sólo, respira.
Escuchar estas palabras de un terapeuta fue mi introducción al mindfulness. Qué introducción tan relajante. Desde entonces he practicado la atención plena de diferentes maneras, y estoy más que emocionada por practicarla con mi hijo a medida que crece. ¿Por qué? Pues porque resulta que la meditación tiene increíbles beneficios para la salud de los adultos ¡Y de los niños!
Un estudio, publicado por el Journal of Pediatric Nursing, descubrió que los niños de primaria que participaron en un programa de meditación experimentaron niveles significativamente más bajos de ansiedad social, agresividad y cortisol salival que sus compañeros que no participaron. Un estudio publicado por el Journal of Child and Family Studies evaluó el yoga basado en la atención plena en niños de preescolar. Realizaron un seguimiento de la atención, el retraso de la gratificación y el control inhibitorio, y descubrieron que los participantes se beneficiaron significativamente. Los autores también señalan que los niños con riesgo de autorregulación disfuncional fueron los que más se beneficiaron de los ejercicios de yoga. Si mi experiencia personal con el mindfulness no me convenció, estos estudios (y otros innumerables) seguro que lo han hecho.
La atención plena no tiene por qué requerir mucho tiempo. En general, se recomienda que los niños de preescolar practiquen durante unos minutos al día, mientras que los de primaria lo hacen de tres a diez minutos dos veces al día. Los niños mayores, los adolescentes y los adultos pueden practicar entre cinco minutos y una hora, según sus preferencias.
Una de las prácticas más comunes de mindfulness en niños es el yoga. Hay muchas maneras de incluir el yoga en la vida de tu hijo. Las posturas de animales como el gato, la vaca, el perro boca abajo, la cobra, etc., son lo suficientemente sencillas como para que tu hijo pueda realizarlas. A tu hijo también le puede gustar la postura del árbol o de la montaña. Para ver fotos y más ideas de poses, puedes visitar este sitio web. Para ver vídeos que te llevarán a ti y a tus hijos a una aventura de yoga menos tranquila, puedes ver este canal de Youtube.
Si el yoga no es lo tuyo, hay muchas otras formas de practicar la atención plena con tus hijos.
Toma cinco: Pídale que inhale hasta cinco mientras levanta cada dedo uno por uno, luego exhale mientras cierra cada dedo uno por uno.
Concéntrate en los sentidos: Haz una pausa y pídele que preste atención a lo que puede oler, ver, oír, sentir y saborear.
Tarro Mindful: Si tienes una botella de agua y unos cuantos ingredientes sencillos, esto es facilísimo de hacer. (Este tablero de Pinterest tiene muchas ideas sensoriales, incluidos biberones calmantes). Hazle imaginar que los trocitos de purpurina son sus pensamientos/emociones y observa lo que ocurre cuando el tarro está quieto. También puedes intentarlo en tiempo real cuando tu hijo esté atravesando emociones, o en un tiempo muerto, como técnica para calmarse.
Paseo consciente: Convierte un paseo en una aventura; haz que se concentre en los sentidos para encontrar pájaros, insectos y animales.
Conciencia muscular: Haz que apriete y relaje todos los músculos por turnos empezando por la cabeza y llegando hasta los dedos de los pies.
Alimentación consciente:
Cuando coma, haz que se centre en los cinco sentidos y en la respuesta fisiológica de su cuerpo a la comida. Aquí encontrará un guión estupendo.
¿Qué actividades de mindfulness has probado? Nos encantaría saber más. Si pruebas alguno de ellos, cuéntanos cómo responden tus hijos comentándolo a continuación.