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Mi cuerpo, mi mapa: Primeras lecciones de autoestima y anatomía

¿Recuerdas la primera vez que tu pequeño descubrió su mano? ¿El asombro en sus ojos cuando sus diminutos dedos se enroscaron y estiraron como si hubieran desvelado un secreto? ¿O tal vez recuerdes ese adorable momento en que se llevó la mano a la boca, explorando su forma, sabor y textura, como si fuera un mundo nuevo? Tu hijo siente una curiosidad natural por sí mismo, ansioso por comprender cada pequeña parte de su cuerpo y el modo en que todo funciona. Como padres, tenemos la hermosa oportunidad no sólo de enseñar a nuestro hijo sobre su cuerpo, sino también de influir en cómo sienten ¡sobre sus cuerpos!

Como padres, nuestra apertura y actitudes hacia los temas de nuestro cuerpo y sexualidad están estrechamente relacionadas con cómo se sentirá y pensará nuestro hijo sobre estos importantes temas. La comunicación sobre estos temas debe ser continua y natural, igual que hablamos con nuestros hijos sobre los planes familiares para el fin de semana. Un estudio realizado en la Academia Americana de Pediatría descubrió que los niños que hablaban más a menudo del cuerpo y la sexualidad con sus cuidadores tendían a percibir un vínculo más estrecho con ellos. Además, experimentan un vínculo más saludable consigo mismos.

¿Cómo podemos conseguirlo? He aquí una guía general para un debate adecuado a la edad, trabajando desde los conceptos más jóvenes a los más mayores, que podemos poner en práctica:

Comprensión y terminología: Desde el principio de la vida de un niño, podemos inculcarle el valor del respeto a nuestro cuerpo y al de los demás. Utiliza la terminología correcta para describir las partes del cuerpo a tu hijo. Los niños tienen derecho a un vocabulario adecuado, sobre todo de los órganos sexuales, lo que les llevará a sentirse más cómodos hablando de sexo de forma saludable en el futuro (Goldman, 2014). Si observas que tu hijo intenta comprender su cuerpo, incluso tocándose, recuerda que sus intenciones son puras, y sé prudente sobre cómo respondes. Enséñale a tocarse a sí mismo y a los demás de forma apropiada, sin tonos subyacentes de juicio o mensajes de vergüenza.

Establece una atmósfera cómoda y abierta: Tenemos la oportunidad de despertar la curiosidad en lugar del miedo con nuestros hijos. ¿Cómo responderías si tu pequeño te hiciera una pregunta que aún no esperabas, como «¿Por qué los niños y las niñas tienen partes diferentes?»? En lugar de avergonzarle por su curiosidad natural, que es algo maravilloso, prueba a decirle: «¡Qué buena pregunta! Me alegro de que sientas curiosidad por los cuerpos». Preguntas siempre debe fomentarse y las respuestas deben adaptarse a la edad y madurez del niño (Padilla-Walker et al., 2024). Confía en tu instinto cuando se trate del grado de información que necesita tu hijo: tú eres quien mejor lo conoce. Si demuestras una apertura constante, te considerará una fuente fiable y digna de confianza.

Mecánica básica: Muchos padres no consideran que sus hijos de seis a diez años estén evolutivamente preparados para aprender los mecanismos básicos del sexo, pero una conversación adecuada a su edad es muy beneficiosa (Flores y Barroso, 2017). Esta conversación inicial puede ofrecerles una actitud sana sobre la sexualidad antes de que entren otras influencias y les bombardeen con mensajes confusos. Haz hincapié en la importancia de los aspectos emocionales y relacionales de la intimidad, además de abordar los aspectos físicos básicos. Mantén el ambiente relajado, fomentando el diálogo en lugar del monólogo, y te convertirás en una fuente fiable.

*Consejo extra: habla aquí sólo de sexualidad sana, y no mezcles la seguridad corporal. Estos temas deben tratarse en ocasiones separadas, de lo contrario puede fomentar sentimientos encontrados.

Mantener una comunicación regular: La comunicación continua conduce a mejores resultados tanto para los niños como para los padres. A medida que sigas manteniendo conversaciones con tu hijo, adaptándote a su crecimiento, estas conversaciones resultarán más naturales y cómodas para ambas partes y refuerza tu vínculo (Martino, 2008). Cuanto más frecuentes sean tus conversaciones, más confianza ganarás en tu papel de educador sexual, equipado con las habilidades que necesitas para ayudar eficazmente a tu hijo (Teo y Morawska, 2021).

A mi colega cuidador: ¡tú puedes! No lo harás perfectamente, y eso está completamente bien. Con esfuerzos constantes, verás el maravilloso impacto que tienes en tu hijo. Sigue intentándolo, apoyando de verdad a tu pequeño lo mejor que puedas, y a la larga apreciará tus esfuerzos. Esfuérzate en poner en práctica estos consejos, de uno en uno. Te prometo que verás la diferencia.

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