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Replantear y reorientar la disciplina de los hijos

¿Hay momentos en tu vida en los que acabas gritando a tus hijos y luego te sientes culpable? ¡Ni siquiera estás seguro de que tus hijos te estén escuchando! Exploremos la disciplina y veamos si podemos ayudarle.

¿Qué le viene a la mente cuando oye la palabra disciplina? Hay muchas definiciones para esta palabra. Con demasiada frecuencia tendemos a enfocar la disciplina como un castigo, pero también significa enseñar o formar. El Dr. Daniel Siegel, en su libro No-Drama Discipline, presenta los siguientes conceptos y folletos de ayuda.

Objetivo: Ser intencional y tomar decisiones basadas en principios pensados y acordados de antemano.

Lo primero que necesita es tener una estrategia clara y coherente para responder al mal comportamiento.

Podemos reorientar nuestra disciplina haciéndonos 4 preguntas:

  1. ¿Por qué ha actuado así mi hijo?
  2. ¿Qué lección quiero dar?
  3. ¿Cuál es la mejor manera de enseñarlo?
  4. ¿Es mi «cómo» apropiado para el desarrollo?

Por ejemplo, su hijo le pega. ¿Por qué? ¿Necesitaban tu atención? ¿Qué lección quieres dar? Golpear no está bien. Otra opción es enseñarles «cómo» llamar tu atención. Esto puede significar que les pidas que te toquen el brazo o que utilicen sus palabras. ¿Cuál es la mejor manera de enseñarlo? Explícales que entiendes que te necesitaban y que es duro esperar, pero que pegar no es aceptable. Esto sería apropiado desde el punto de vista del desarrollo para un niño de 3 o 4 años. Puede ser tan fácil ponerse en piloto automático y limitarse a reaccionar.

Otro ejemplo podría ser que usted tiene dos hijos que se pelean entre sí. ¿Por qué? Puede que no siempre sepamos qué la ha provocado o por qué, si nos encontramos con ella. Es importante escuchar las opiniones de ambos niños. ¿Qué lección quieres dar? Cómo discrepar respetuosamente, sin herir al otro. ¿Cuál es la mejor manera de enseñarlo? Pon ejemplos de lo que podrían decirse unos a otros. Dales buenos ejemplos para resolver problemas. Una situación como ésta sería más apropiada para el desarrollo de los niños a partir de los 5 años. Si nos planteamos las preguntas anteriores, podremos ralentizar el momento y criar a nuestros hijos de forma más intencionada.

También es importante crear un espacio seguro para sentarse con tu hijo y hablar de cómo se sintió ante la situación. Cuando nos planteamos estas preguntas, indagamos realmente en el propósito que subyace a la forma en que criamos a nuestros hijos. Disciplinamos con más eficacia y enseñamos los comportamientos que nos gustaría ver. Si podemos utilizar estas preguntas, enseñaremos y ayudaremos más eficazmente a nuestros hijos a desarrollarse con relaciones sanas.

– Brooke Thomson, Becaria

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