Todas las familias sufren estrés. Esto es normal y no siempre es malo. Las familias pueden sufrir estrés cuando esperan algo emocionante, como la llegada de un nuevo hijo. Este estrés ayuda a motivar la preparación para el nuevo bebé. El estrés puede ayudarnos a darnos cuenta de que algo va mal y puede empujarnos a ser mejores. Sin embargo, los grandes acontecimientos estresantes o el estrés crónico de larga duración pueden ser duros para las relaciones familiares. El estrés que sienten los miembros de la familia puede distanciarlos unos de otros y hacer que se sientan aislados y desesperanzados. Aunque los padres no siempre pueden evitar que se produzcan acontecimientos estresantes (por ejemplo, la pérdida de un miembro de la familia, la pérdida del trabajo, una mudanza, un hijo/hermano rebelde, etc.), existen algunas estrategias de afrontamiento familiares que pueden unirles más. A continuación, compartiré algunas estrategias que pueden incorporarse tanto para los padres como para los hijos.
Mantén las rutinas:
Los horarios, las rut inas y las tradiciones son importantes, sobre todo en la vida de un niño pequeño. Aportan una sensación de familiaridad, seguridad y control en el mundo caótico y cambiante de un niño. Puede proporcionar una estructura y una sensación de familiaridad cuando otras partes de la vida pueden parecer desconocidas y aterradoras. Las tradiciones, como la forma en que una familia celebra un cumpleaños, una fiesta o incluso una actividad semanal o mensual, pueden ser un momento estabilizador. Puede resultar tentador para los padres saltarse muchos de estos rituales y esperar a retomarlos cuando la vida parezca un poco menos abrumadora. Sin embargo, saltarse tradiciones y celebraciones puede provocar miedo a perder tradiciones queridas y puede hacer que la familia sienta que se está distanciando cada vez más de los demás.
Ten en cuenta las necesidades de tu familia:
La Universidad Estatal de Michigan explica que es importante asegurarse de que los padres entienden las necesidades de sus hijos y de que son un modelo de los comportamientos adecuados en situaciones de estrés. Durante el parto de mi primer hijo pude poner en práctica mecanismos de afrontamiento positivos en un momento de estrés y dolor. Mi marido estuvo a mi lado y no quiso comer ni dormir porque quería apoyarme y ayudarme a sentirme querida durante mi largo parto. A pesar de ello, hice todo lo que pude para ayudarle a estar lo más cómodo posible. Más tarde me di cuenta de que centrarme en él y tratar de ayudarle a estar más cómodo me ayudaba temporalmente a distraerme de algunos de los dolores y molestias que sentía durante las contracciones. A veces, centrarse en el estrés de otros miembros de la familia puede ayudarle a afrontar el suyo.
Practica la atención plena:
Tomarse uno o dos minutos para parar y respirar puede ayudar a reducir la sensación de estrés. Centrarse en la respiración es beneficioso para los padres y puede ser una técnica bastante fácil de enseñar a sus hijos. Padres e hijos pueden practicarlo cuando se sientan abrumados. A veces, practicar la atención plena puede consistir simplemente en centrarse en la actividad que se está realizando y alejar los pensamientos intrusos durante un breve periodo de tiempo. Estar presente puede ayudarte a encontrar más alegría, sentido y propósito.
Dé prioridad al sueño: Dormir ayudará a despejar la mente y a mejorar la toma de decisiones. Dormir bien puede ayudar a padres e hijos a ser menos propensos a arremeter contra otros miembros de la familia, lo que permitirá una mayor paz en el hogar. Aunque parezca una tarea sencilla, puede ser difícil tumbarse e intentar relajarse cuando un padre o su hijo están estresados. Prueba a respirar suavemente y a relajar progresivamente los músculos para conciliar el sueño.
Desarrollar estas técnicas de afrontamiento del estrés puede fortalecer a las familias y ayudarlas a estrechar lazos en los momentos difíciles. Practicar estas habilidades, incluso antes de un acontecimiento estresante, puede ayudar a una familia a estar mejor preparada para afrontar juntos los momentos difíciles, creando paz y unidad.